


inquietudes que van y vienen
Introducción
Este trabajo tiene vocación de orientar un posible estudio sobre la incidencia de los asentamientos urbanos respecto a la existencia de aguas subterráneas, los niveles de las capas freáticas y la manera en la que afloran a la superficie, tanto por la existencias de manantiales naturales, como por la acumulación de escorrentías provenientes de las precipitaciones. El objeto de este primer enfoque pretende aunar diferentes puntos de vista y entroncar con un futura analisis más detallado sobre incidencia de estos fenómenos en el medio ambiente urbano y la calidad del suelo sobre el que se implanta la edificación y sus infraestructuras.
El caso de estudio concreto es el área comprendida en el entorno próximo al parque de “El Capricho”, la generación del barrio que toma el nombre de la Alameda de Osuna a orillas del arroyo de Rejas, antiguo afluente ocasional y recolector de escorrentías, hoy transformado en colector, desde el poblado de Fuencarral pasando por el Olivar de la Hinojosa, hasta desembocar en del río Jarama antes del Puente de San Fernando.
El análisis toma como punto de partida la cartografía desarrollada en el año 1853, y la evolución de la mancha urbana de Madrid hasta la actualidad a través de ortofotos.
1 Agua y Ciudad
En las ciudades españolas el medio natural ha sido profundamente transformado y enriquecido para proporcionar al ser humano unas condiciones de vida excepcionales, en las que el agua es factor esencial de su existencia. En estos momentos se está poniendo en cuestión los esquemas tradicionales y los modos de operar por parte de las administraciones y técncos competentes ante el crecimiento del hecho urbano y la desaparición de la ciudad en su concepto de unidad dentro del territorio. La diversidad de paisajes urbanos, que trenza las distintas condiciones naturales con valores estéticos y simbólicos del substrato arcaico mediterráneo, constituye una rica herencia cultural, fundamento de salud y bienestar social, que ha de administrarse como un recurso único e irrepetible. Y es ahí donde estas técnicas deben de ser más cuidadosas e integradoras de los diferentes conocimientos y técnicas, tanto para su desarrollo como para la recuperación de entornos degradados.
Es de sobra conocido el hecho particular del origen de la ciudad de Madrid, que se asienta sobre innumerables puntos de afloración de aguas provenientes de la sierra Norte. La ciudad se encuentra situada sobre el llamado Acuífero Terciario Detrítico.
El acuífero, también llamado MADRID es un acuífero terciario (formado entre 5 y 20 millones de años atrás) detrítico( constituido por detritos) y con una extensión que sobrepasa los 2600 km2 . La importancia de este acuífero radica, no sólo en su extensión, sino también en su gran espesor, que alcanza los 3.000 metros en algunas zonas (Montes de El Pardo), aunque es irregular como consecuencia de un conjunto de subfosas y umbrales del basamento. Almacena varias decenas de miles de hm3, gestionando el Canal de Isabel II tan sólo 900 hm3 .Ocupa la cuenca de los ríos Jarama, Manzanares y Guadarrama, en el perímetro definido por el Plan Hidrológico de la cuenca del Tajo, donde no está permitida la perforación de pozos de más de 200 m de profundidad. A pesar de ello, según los datos de WWF/Adena de marzo de 2006 existen más de 19000 pozos ilegales en la Comunidad de Madrid.
Las transformaciones derivadas de la concentración de la población y de las actividades económicas llevan consigo la consiguiente artificialización de los sistemas hidrológicos, manifiesta en la construcción y explotación de las infraestructuras e importantes servidumbres hidráulicas del territorio a favor de la ciudad. Pero esto se está poniendo en cuestión también. En las regiones más urbanizadas se está produciendo un incremento exponencial del consumo de recursos hídricos, y en el conjunto de la cuenca los procesos de degradación provocados, entre otros factores, por los vertidos, las extracciones o los encauzamientos inadecuados, alcanzan una intensidad inédita, superior en muchos casos a la capacidad del sistema natural para regenerar las alteraciones.
La creación de grandes infraestructuras y la consiguiente artificialización del sistema, lo que favorece es el control de los recursos hídricos por interesas intercomunitarios. Una vez más, se ve disminuida la autonomía de las administraciones y comunidades locales y regionales, provocando la dependencia de agentes económicos cada vez mayores, más alejados y difusos, provocando en la población no tanto el rechazo cuanto la indiferencia.
La hidrogeología clásica contempla aspectos de cantidad y calidad del agua en un sentido muy amplio, pero la diferencia fundamental en el caso urbano es la procedencia de las fuentes de recarga de los acuíferos. La hidrogeología urbana contempla también otros aspectos singulares como son las interacciones entre el agua subterránea y las estructuras urbanas, un tema clave a la hora de programar los asentamientos humanos.
La escasa concienciación sobre la naturaleza e intensidad de los impactos en el ciclo hidrológico, derivados de las transformaciones humanas de los sistemas naturales, la excesiva confianza en las acciones de tipo estructural y no estructural, la percepción incorrecta de los riesgos o la dispersión de competencias administrativas alejan al ciudadano de la correcta comprensión del problema y de la necesaria modificación de su comportamiento respecto al agua. Es ahí donde se debe tener en especial consideración la aportación de las diferentes áreas de conocimiento a la configuración de la ciudad.
En consecuencia, esta artificialización hace que las condiciones medioambientales de un entorno próximo se vean modificadas de manera puntual., y como explicaré más adelante, estos procesos de cambio afectan a los ecosistemas locales más susceptibles, como el caso del entorno del Parque de El Capricho y el barrio de Alameda de Osuna, al Este de Madrid. En este caso el barrio ha respetado bastante su condición de espacio verde, pero aún así, esta está sometida a un grado elevado de artificialidad soportado por el aporte de riegos que en un origen no eran necesarios.
Valga el siguiente esquema para explicar los efectos de esta antropización ignorante, donde se puede ver el grado de incidencia del proceso urbanizador y las consecuencias que provoca la artificialidad e los procesos hidrológicos.
El ecosistema en su conjunto se ve alterado por la modificación de los índices de humedad ambiente que propicia este proceso de artificialización general. No solo a nivel atmosférico ni superficial, sino en la base que sustenta todo este medio. El sustrato depende directamente de lo que ocurra allí abajo, y es ahí donde se tiene una asignatura pendiente que sorprendentemente ha sido ignorada por los agentes urbanizadores, especialmente en España.
En un nivel de superficie conviene tener bien presente el hecho de la existencia de vegetación como termómetro de lo que ocurre en el subsuelo. Los árboles y las plantas tienen un papel importante en la calidad del aire de la ciudad, al absorber una gran cantidad de polvo y partículas suspendidas (media tonelada cada año en Barcelona). Ayudan a regular la humedad y filtrar el sol en verano, reduciendo así considerablemente la temperatura de zonas donde proyectan su sombra. También suponen importantes ventajas sociales y potencian la biodiversidad urbana, indicador básico para determinar la calidad ambiental de la ciudad. Y obvia decir que la presencia de agua en el subsuelo, dentro del contexto de la sostenibilidad, es un asunto crucial.
2 La hidrogeología clásica contempla aspectos de cantidad y calidad del agua en un sentido muy amplio, pero la diferencia fundamental en el caso urbano es la procedencia de las fuentes de recarga de los acuíferos. La hidrogeología urbana contempla también otros aspectos singulares como son las interacciones entre el agua subterránea y las estructuras urbanas, un tema clave a la hora de programar los asentamientos humanos.
La escasa concienciación sobre la naturaleza e intensidad de los impactos en el ciclo hidrológico, derivados de las transformaciones humanas de los sistemas naturales, la excesiva confianza en las acciones de tipo estructural y no estructural, la percepción incorrecta de los riesgos o la dispersión de competencias administrativas alejan al ciudadano de la correcta comprensión del problema y de la necesaria modificación de su comportamiento respecto al agua. Es ahí donde se debe tener en especial consideración la aportación de las diferentes áreas de conocimiento a la configuración de la ciudad.
A nivel superficial es de sobra conocido el efecto que provoca la presencia de un medio vegetal consolidado y los efectos que provoca en el subsuelo. Estos esquemas me sirven para representar el efecto puente en el tránsito del agua desde el medio atmosférico hasta el subsuelo. La modificación de estas condiciones es de sobra conocida y está muy estudiado a nivel técnico y científico.
En estos dibujos se puede ver la variación de permeabilidad del suelo en una fase inicial de urbanización. En el caso de una ciudad consolidada el nivel de permeabilidad y, por lo tanto, la falta de recarga de agua del susbsuelo, es prácticamente total.
El siguiente plano refleja los niveles fréaticos que se han detectado en el área de análisis que he escogido. En él se ve, que el barrio Alameda de Osuna y el Jardín de El Capricho se encuentra de manera general en una zona donde el agua subterránea fluye, de manera general a unos 5 metros cúbicos por día.
Sirva este plano hidrológico parcial del este de Madrid como base para realizar el análisis de lo que fue el arroyo de Rejas a su paso junto al Capricho y por la Alameda Osuna, cuyo nombre viene dado por la vegetación que predominaba en todo este ámbito.
3 Cuando un Parque altera un jardín: Juan Carlos I vs El Capricho
Basandome en cartografías históricas y ortofotos realizadas a lo largo de 150 años, intentaré analizar su evolución y la interacción que ha producido el crecimiento de Madrid
En este primer plano se refleja la cuenca de recogidas de escorrentías que producen la aparición del Arroyo de Rejas. El ámbito llegaba desde el pueblo de Hortaleza, discurriendo hasta llegar al Rio Jarama.
A principios del siglo XX se detecta la presencia de una pequeña población anexa al palacio, lo que dará origen a la Alameda de Osuna. El nombre de esta zona proviene sin duda de la presencia de una masa forestal de Alamos. Típico árbol de ribera.
En esta primera foto aérea se aprecia todavía el paisaje rural característico del entorno, destacando la presencia de la masa forestal asociada al arroyo que casi se encuentra desaparecido.
Como límite entre la ciudad y el Olivar de la Hinojosa, se detectan ya las primeras operaciones de soterramiento para dar lugar a la urbanización del Barrio, cortando por completo la línea del arroyo.
En esta serie más próxima se aprecia mejor la interrupción del cauce natural del arroyo, hasta su completo soterramiento.
En el año 1975 el parque se encontraba cerrado al público y se encontraba completamente asilvestrado. En todo caso, era patente el hecho de que la falta de mantenimiento por parte de jardineros no impedía su conservación, era un ecosistema autosuficiente. A partir de los ´80 y los ´90 del siglo pasado, ya era necesaria la instalación de bocas de riego para su mantenimiento.
El riachuelo que dividía el jardín en dos partes se secó y ya era un jardín completamente dependiente hasta la fecha.
El parque Juan Carlos I , situado aguas arriba, ignora por completo tanto la orografía del lugar como las prexistencias de aguas subterráneas y las afloraciones superficiales. Yo también lo considero el paradígma de la artificialidad, tan desarrollada en las últimas décadas.
Es curioso cómo se menciona en los folletos de promoción las maravillas del parque con sus diseños y el “diálogo” que se establece con el agua, cuando se debería de decir todo lo contrario De hecho, cuando se empezaron las obras de construcción de la “gran ría” artificial, las excavaciones modificaron los cursos superficiales de las escorrentías naturales y seguramente tuvo bastante incidencia en las venas de aguas que alimentaban el subsuelo del Jardín de El Capricho.
4 Conclusión
La falta de criterios hidrológicos a la hora de hacer ciudad hace que el entorno ya no sea autosuficiente y necesite aporte de recursos de agua. El deterioro del medio físico es progresivo y los costes, cada vez menos asumibles, son cada vez mayores. Hoy en día, el Parque se encuentra fuertemente dotado de personal a cargo de su mantenimiento. Lo que antes era un aprovechamiento de los recursos de los que se disponía, ahora se ha dado paso a un sistema sostenido. Desconozco el gasto de recursos hídricos que conlleva esta actividad, pero sin duda debe ser elevada. El agua subterránea que emanaba en las cotas altas del parque ya no fluye desde hace décadas, y los manantiales naturales que había en el antiguo Olivar de la Hinojosa, lo que los niños del barrio llamábamos las cárcavas (creo que hay un barrio que se llama así frente al barrio de Fuencarral) se encuentran sepultados por el Parque Juan Carlos I. El nuevo parque es artificial en su origen y concepción, y lo malo es que el Parque de El Capricho también lo es en la actualidad.
La aparición de grandes sistemas generales en torno a esta zona como la M-40, el parque artificial más grande de España, el parque Juan Carlos I, y la reciente llegada del Metro, provocan una inestabilidad que a lo largo del tiempo tendrá sus consecuencias en el medio.
Lo perjudicial no es que estos hagan acto de presencia, son elementos necesarios para el desarrollo económico y social de la ciudad, y dado el esquema de planeamiento actual son imprescindibles como soporte. Lo erróneo, y lo que a partir de ahora es necesario subsanar, es que se han ignorado un conjunto de conocimientos que se han desarrollado de manera autista y deben ser incluidos en los mal llamados criterios estratégicos de desarrollo urbano y territorial.
Para terminar he decir que el próximo área de analisis, cuando se desarrolle más la tesina, se centrará en el terrotorio enmarcado dentro de la cuanca Alta del Jarama, a su paso por Torremocha del Jarama, CAM
Jose Luis Rayos
Propuesta para tesina
Máster en Madio Ambiente y Arquitectura Bioclimática